La llave maestra que abre todas las puertas de nuestra sanación emocional. Esa puerta solo la podemos abrir nosotros, nadie más puede hacerlo. Todo empieza en nuestro interior. Mi objetivo de vida y el que he llegado a cumplir tras años de trabajo interior ha sido estar sana emocionalmente. Y tomar conciencia de lo que me ha ocurrido, por mucho miedo que haya podido tener, me ha permitido conseguirlo, ofreciéndome la oportunidad de seguir adelante con una vida plena y con un mayor conocimiento de mí misma.
Supervivencia
Nuestro instinto de supervivencia hace que olvidemos todo aquello que nos ha hecho daño, creyendo que es la única posibilidad de poder continuar. Pero como muchos otros instintos, hay que adaptarlos a los tiempos que vivimos. Del mismo modo que ya no vale correr para escapar del león de las cavernas, tampoco vale intentar olvidar para escapar de nuestros fantasmas. Tanto si escapamos como si «olvidamos», acabaremos siendo presa de nosotros mismos. Aunque en el fondo no olvidamos nada, es una ilusión. En nuestra mente siempre queda un rastro de nuestro pasado, y tarde o temprano nos hará saber que eso que no trabajamos en su día, sigue ahí. Y va a seguir ahí hasta que lo hagamos.
Cuando dejamos que las cosas que nos han pasado se guarden en forma de emoción escondida, podemos tener la falsa creencia de que lo hacemos porque «hay que tirar para adelante». No tomamos conciencia de lo que en ese momento nos ocurre y eso afecta de tal modo que hace que esa emoción aparezca cuando menos la esperamos, ya sea en forma de ansiedad, depresión, adicción, ira… Puede aparecer de cualquier forma.
Algo que he aprendido a lo largo de años de terapia y búsqueda personal, es que si no nos enfrentamos a lo que sentimos, si no paramos un momento para escuchar lo que nuestro cuerpo y mente nos está diciendo, no podremos encontrar solución a aquello que no entendemos. Si aprendemos a escuchar, aprendemos a entender. Y la vida, sin saber cómo, se vuelve más sencilla. Entendernos a nosotros también nos ayuda a entender a los demás.

Cada uno es como es, cada uno tiene una actitud ante la vida y sus situaciones. Lo que todos buscamos realmente es la mejor manera de evitar el dolor y de sobrevivir. En cuestiones emocionales, para mí evitar el dolor no es una opción. Prefiero ponerme frente a él y decirle: aquí estoy, sé que aceptándote voy a sufrir más de lo que he sufrido nunca, pero también sé que me haré tan grande y poderosa, que una vez salgas de mi vida estaré preparada para cuando quieras volver.
Responsabilidad
Pero no solo se trata de lo que nos ha pasado, lo que creemos que nos ha hecho la vida u otras personas. Tomar conciencia es también asumir responsabilidades. Aprender a ser honestos y aceptar cuándo nos equivocamos. Si no asumimos nuestros errores, si no queremos verlos, tampoco vamos a poder mejorarlos ni tomar una conciencia real.
No debemos vivir la vida como si no fuese cosa nuestra, como si todo lo bueno y lo malo que nos pasa fuese ajeno a nosotros. Para que todo esto funcione hay que seguir con la técnica de siempre: primero dentro y después fuera. Algo que leerás mucho por aquí. Porque no solo se trata de tomar conciencia sobre las vivencias, también sobre nosotros mismos. ¿Quienes somos? Debemos saberlo. Tenemos que sernos sinceros para que todo esto funcione porque después de tomar conciencia viene la aceptación. La aceptación de nosotros mismos y de nuestro pasado. Será entonces cuando podremos responsabilizarnos de nuestros actos en el presente.
Antes de cada paso importante hay un trabajo intermedio, nunca saltamos de un estado a otro sin más.
Vivir una vida de sufrimiento emocional es una elección y no queremos darnos cuenta
Vivir una vida de sufrimiento emocional es una elección, o no queremos darnos cuenta o bien no queremos admitirlo. Claro que hay desgracias y situaciones que con actitud no las vamos a poder cambiar, pero todo aquello que sí podamos hacerlo merecerá la pena intentarlo.
Muchas personas no quieren hacer terapia o conectar con su pasado porque consideran que es solo eso; pasado. No creen que después de tantos años les pueda afectar. Que nada se soluciona mirando atrás porque lo que les preocupa es lo que tienen delante. El ahora.
El pasado no nos sirve en el presente porque no se puede cambiar, y eso es cierto pero, ¿y si lo que tenemos delante tiene mucho que ver con él? Deberíamos hacer un ejercicio de autoconocimiento y repasar lo vivido, tomar conciencia de todo eso para devolver el pasado al sitio donde debe estar, lejos del ahora. Se trata de entender que lo que ha pasado no se puede cambiar, pero cómo vivimos a partir de ello sí. Eso solo podemos hacerlo nosotros y solo se consigue con trabajo: el trabajo de la toma de conciencia. Si no sabemos lo que se ha roto, ¿cómo pretendemos arreglarlo? No podemos vivir a medias sintiendo que algo no funciona. Hay que solucionarlo.
Superación
Tras la toma de conciencia podremos trabajar la aceptación, solo así llegaremos al siguiente gran paso: la superación. Pero no olvidemos nunca el trabajo intermedio. El tiempo es la distancia que nos separa del dolor cuando lo hemos aceptado. No hay distancia sin aceptación. No hay superación sin trabajo. Debemos cerrar etapas curando y no tapando las heridas que hay en cada una de ellas.

A veces nos da miedo hablar de las cosas que nos duelen, porque al decirlas en voz alta es cuando vuelven a ser reales. Si por el contrario nos callamos, entramos en una falsa seguridad que nos aleja de la realidad. «Si no hablo, no pasa; si no pasa, todo está bien». Pero que no queramos ver, no significa que no exista.
Tomar conciencia hace que conectemos con nuestra parte más sincera, hace que estemos conectados con nuestro yo en todas sus etapas de la vida. Eso nos libera. Lo que no lo hace es el autoengaño, eso nunca nos va a llevar a la superación.

Solo hay una persona en el mundo a la que no podemos engañar: nosotros mismos