Una de las emociones que más nos paraliza y con la que tenemos que entendernos porque, queramos o no, el miedo también es necesario. Pero es curioso cómo puede acabar convirtiéndose en ese muro que no te permite avanzar. ¿Qué pasa cuando dejamos que el miedo domine nuestra vida? Que impide que nos atrevamos a vivirla.

Es necesario aprender a convivir con él y no dejar que nos impida hacer aquellas cosas que estamos deseando. Desde dejar de hablar con alguien por miedo al rechazo a no hacer un cambio de vida por miedo al fracaso.

El miedo heredado

Ese miedo que los padres nos han transmitido con la intención de protegernos, haciéndolo lo mejor que han sabido, pero cargándonos con algo muy difícil de soltar: la emociones heredadas.

No podemos vivir el ahora con los miedos del pasado

Los miedos de otros no solo no nos pertenecen sino que además, en el caso de los padres, corresponden a otra época. No podemos vivir el ahora con sus miedos o los de aquellos que nos han criado. Y no solo porque el entorno haya cambiado, es que cada persona crea su mundo en función de sus vivencias y creencias. Y nosotros en otro entorno y con nuestro propio mundo interior, tenemos las nuestras. Somos personas distintas viviendo el ahora también de una forma distinta.
Aunque parezca insignificante en ese momento, las frases que más nos han repetido son las que nos condicionan de adultos. Entre ellas, las del miedo.

Somos un cúmulo de aquellos miedos heredados en la infancia más los que vamos sumando con los años; los de cosecha propia. También somos expertos en eso de auto boicotearnos, no nos hacen falta grandes estímulos externos para ello. Y si no tomamos conciencia de por qué lo estamos haciendo, no podremos enfrentarnos a aquello que nos impide seguir avanzando.

Cuántas veces habrás escuchado: No estudies esa carrera que no tiene futuro y finalmente has acabado haciendo caso a los miedos de otro. Quizá para esa persona que tanto te quiere y se preocupa por ti era el mejor consejo que podía darte, no quiere que fracases o cometas sus errores. Es normal, pero nadie puede evitar el aprendizaje que nos toca a cada uno. Y hay aprendizajes en los que el dolor no es algo inevitable sino más bien necesario. Por eso es importante que todo lo que sientas sea tuyo. Debes vivir tu vida, equivocándote todas las veces que necesites. La vida siempre nos pone a prueba para que aprendamos aquello que hemos venido a aprender en ella.

No podemos alejarnos de aquello que nos hace felices por miedo. Personalmente, me daría más miedo vivir haciendo lo que se espera de mí que arriesgarme a fracasar haciendo lo que realmente quiero hacer. 
De adultos somos el reflejo de los miedos de nuestros padres. Eso nos hace inseguros y nos aleja de  la persona que realmente somos porque nos hemos convertido en la que el miedo ha construido. ¿Hasta qué punto todos esos complejos e inseguridades que tenemos hoy no vienen fundados por ello?

Muchos comportamientos que tenemos de adultos son heredados, los tenemos porque es lo que hemos aprendido. Lo mismo pasa con el miedo. Por eso es importante desaprender y tomar conciencia de cuáles son nuestros miedos reales. Quizá nos sorprendamos al saber que muchos de esos bucles de pensamiento que nos rondan la cabeza en realidad no son nuestros. Nos los hemos creído, nada más. Y por tanto lo parecen. Pero hay algo importante que también debemos reflexionar: si nosotros en algún momento hemos inculcado también nuestros miedos a alguien.

El miedo paralizante

Ese que puede convertirse en ansiedad. Tu mente empieza a crear todas las opciones posibles para que algo salga mal. ¿Entonces para qué hacerlo? Me ahorro el sufrimiento. Esa es la respuesta que solemos darnos.
Cuántas veces nos habremos dicho un no antes de tiempo. Siempre se ha dicho que el «no» ya lo tienes. Pero hace unos años leí algo que me gustó mucho más y que he empezado a aplicar: No tienes ni el sí ni el no así que hazlo, porque tienes las mismas posibilidades. Si hacemos las cosas con el no en la mente, ese porcentaje se va a decantar más por ese no que por el sí. Porque una de las cosas que más nos paralizan son nuestras propias palabras. Ese diálogo interno que saca su látigo para castigarnos y hacernos más pequeños. 

Con lo que no contamos, es con que los miedos que solemos tener a diario están fundados sobre algo que no existe realmente. Bueno sí, en nuestra cabeza. Nos anticipamos tanto al fracaso que entramos en estados de ansiedad sin darnos cuenta. Más miedo tengo, más ansiedad siento.
El miedo sirve para alertarnos de un peligro real, en un segundo, en un momento concreto, pero nos empeñamos en vivir en él. Siempre en alerta por si pasa algo que lo más probable es que no pase. Para mí el miedo es una espiral que te hace dar vueltas en el infinito sin una salida posible.

Te pierdes tanto en tus pensamientos que dejas de ver la realidad. Porque el futuro no existe, no es real. En cambio pretendemos ponerlo en nuestro presente por narices. Claro, no encaja. ¿Cómo no vamos a sentirnos confundidos? Tenemos tanto miedo a equivocarnos, a que algo salga mal, al fracaso, a decepcionarnos a nosotros mismos, a los demás. A que no haya marcha atrás, a lo que pensarán de mí, a perderme y a encontrarme. El ser humano siempre tiende a complicarlo todo. Equivocarse no es fracasar, es tener la oportunidad de aprender algo que nos haga mejores. Detrás de cada decepción y cada error hay más crecimiento que detrás de la perfección. Sencillamente porque no hay nada perfecto, no existe. Bueno sí, en nuestra mente cuando vuelve a hacer de las suyas para que sigamos teniendo miedo.

Si se dice que creamos aquello que creemos, quizá ha llegado el momento de cambiar esas creencias que nos impiden seguir nuestro camino.

Aunque tengas miedo, hazlo

Seguro que este mensaje lo has leído en alguna parte. En libros de autoayuda, agendas, incluso en alguna taza. Es lo que tienen los mensajes importantes, que nunca dejan de repetirse. Y en algún momento u otro acaban poniéndose delante de ti porque ha llegado tu momento de actuar. 

El miedo hay que afrontarlo para entender hasta qué punto nos ha estado paralizando. Hay que entenderlo. Es bueno transformarlo en una oportunidad de cambio. Un «hacernos preguntas» para conocernos mejor. Saber qué nos está ocurriendo y qué podemos hacer al respecto para no dejar de ir a por aquello que queremos. No es fácil salir de la espiral del miedo pero eso no significa que no sea posible. La liberación que sientes cuando das ese primer paso es algo tan  increíble que me es hasta imposible de describir. 

Cuando el látigo del miedo te castiga y te hace pequeña, el paso que das a pesar de sentirlo te hace grande y segura. Porque te das cuenta de que en realidad lo que pase en el futuro no es tan importante. Al menos no más que ese paso que estás dando ahora, en el presente, con miedo incluido.

Es maravilloso hacer, con o sin miedo, equivocándonos, da igual. Lo importante es seguir hacia delante aprendiendo cada día un poco más de quienes somos realmente. Dejando atrás todas esas emociones que no son nuestras y entendiendo y aceptando las que sí lo son. Sentir emociones es algo que no vamos a poder evitar, así que es importante saber colocarlas en el lugar que le corresponde a cada una y dándole atención, mimo y cariño en su momento. Después, es necesario dejarlas marchar para darte la oportunidad de seguir sintiendo, pero sobre todo de seguir viviendo. Aunque a veces tengas miedo.

El miedo impide que seas tú. Sé tú, no tengas miedo

DEJA UN COMENTARIO

Your email address will not be published. Required fields are marked

Resumen de tratamiento de datos

  1. • ResponsableEmocionEscrita.com
  • Finalidad: moderar y responder comentarios de usuarios.
  • Derechos: puedes ejercer tus derechos de acceso, rectificación, supresión, oposición, portabilidad y limitación del tratamiento de tus datos enviando un correo a contacto@emocionescrita.com, acompañando copia de tu DNI o de otro documento que acredite tu identidad, así como presentar una reclamación ante la autoridad de control.

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}

¿Quieres más? 
Revisa nuestros artículos

Miedos
La Familia
El momento es ahora
La Navidad sin ti

Suscríbete gratis a la newsletter y te avisamos de nuevos artículos