Desde la ventana puedo ver todos mis dominios. He decidido que todo lo que alcance mi vista es mío, incluido los vecinos.
He elegido a la pareja que tengo más cerca de casa como mis humanos preferidos. Son perfectos para la manipulación. Ellos saben que soy yo el que pone las reglas en esta relación. Los quiero a mi manera.
No tengo hora de llegada a casa y siempre me verás con mi chapita colgada al cuello. Así todos saben quién soy: Gato Vecino. Este no es mi nombre real pero prefiero mantenerme en el anonimato, ya sabes, me gusta tener privacidad.
Me encanta salir a cazar lagartijas y la casa de mis vecinos es perfecta para ello. Tienen una zona asalvajada en la que puedo esconderme sin que mis presas me vean. He perfeccionado tanto las técnicas gatunas que ni mis humanos se dan cuenta cuando estoy por la zona.
Siempre entro sin invitación, no me gusta pedir permiso. Tienen suerte de que les deje vivir en su casa.
¡Uy! se han dejado la ventana abierta
Espera un momento, quiero saber qué me voy a encontrar hoy.
¡Ale hop! Ya estoy arriba asomando el bigote.
No hay ni rastro de ellos, la cama está deshecha y huele bastante a zorruno. Sí, se acaban de levantar, no cabe duda.
Voy a golismear un poco por mis dominios a ver dónde se han metido mis esclavos.
Mientras tanto en el comedor…
- ¿Has oído eso?
- Sí, parece que algo se ha caído
- Será la ropa que he dejado encima de la cama, luego la recojo
- ¿Te pongo el café?
- Sí, gracias cariño
Maldito collar ruidoso…casi me pillan. Bueno, yo a lo mío. Veo que está todo correcto. Las habitaciones no se han movido del sitio, el cuadro de Anko sigue colgado donde siempre y solo huele a vecinos. Eso quiere decir que no hay nadie más por aquí, así me gusta. Odio las visitas inesperadas.
Voy a la cocina, que es allí donde se cuecen las cosas importantes.
¿Por qué nunca hay nada para mí? Deberían saber que adoro el atún. Me da a mí que no los tengo suficientemente bien educados.
A ver qué más hay por aquí… ¡Oh, oh!
-¡Gato Vecino eras tú! Ya has vuelto a entrar por la ventana
Me han pillado, ya no me interesa estar aquí que hoy no tengo ganas de mimitos. Y ya los veo venir diciéndome cosas con esas voces tan raras y tocándome entre las orejas. ¿De dónde habrán cogido esa manía? ¡Uf! qué pereza.
Mejor juego al despiste como el que no quiere la cosa. A ver, vamos a rozar esta pierna…ahora la otra…Esta esquina tiene buena pinta también, voy a retozar un poquito. Qué gustito. Perfecto, ya vuelve a ser todo mío.
-Gato Vecino, ¿no vienes?
-Oye, no pases de nosotros
-Gato Vecino, ¿Gato Vecino?
-Déjalo, ya se ha ido
No, no me he despedido de ellos. Es más, los he ignorado por completo. Pero no te preocupes porque yo siempre vuelvo. Ellos lo saben.