Las Navidades no siempre son felices. A veces nos forzamos a serlo porque el entorno nos empuja a ello, pero hay momentos en los que no se puede forzar la felicidad. Hay momentos de duelo que se hacen más presentes en estas fechas.
Para nosotros todo cambió un 23 de diciembre. No es que la Navidad fuese especial antes, pero la muerte de nuestro peludo hizo que algo se rompiera ese día. No eliges cuándo el dolor llama a tu puerta. No eliges el día en que todo pasará. Hay emociones que llegan cuando menos las esperas y no debes desatenderlas.
Para algunos la Navidad está llena de esperanza, risas y reencuentros, aunque también les falte alguien en la mesa. Estar feliz estos días no es obligatorio, pero hay quién lo siente así porque es su momento de estarlo. No te sientas mal si no es el tuyo, esta época puede hacer el efecto contrario y sacar la tristeza más profunda que hay en ti. Lo importante es entenderla y aceptarla, te prometo que algún día se irá, nosotros también hemos estado ahí.
Vivir el duelo en estas fechas es algo explosivo. Cuando paseas por las calles iluminadas y ves a los demás comprando regalos con una sonrisa. Cuando las canciones navideñas suenan en cada rincón. Todo eso te hace sentir un inmenso vacío que te lleva a la pregunta: ¿Por qué yo no siento lo mismo? ¿Por qué el dolor que hay en mí es tan grande que he dejado de sentir?
A veces no se trata de lo que necesitas sino de lo que es mejor para ti. En un momento de duelo es difícil distinguir si eso que necesitas es bueno o no, por eso no hay que buscar un orden ni un sentido a aquello que estás sintiendo, pues tampoco lleva consigo un manual de instrucciones. Lo único que el dolor necesita es que lo vivas, que lo entiendas y lo aceptes. Tarde o temprano lo dejarás ir, aunque sientas que un pedacito de él se queda contigo.
La soledad que rodea el duelo es indescriptible y puede que lo que ella necesite sea un abrazo, un dejarse querer por los demás. Aunque muchas otras veces lo rechace. Es un momento de sentirlo todo y nada a la vez.
Quizá no es tu momento de sentir. Quizá es tu momento de hacerte bolita porque tu peludito ya no está. La cama puede convertirse en tu mejor compañía porque las fuerzas para levantarte te han abandonado. Y no debes fingir que todo va bien cuando no es así. Date tiempo.
«Hay momentos para el silencio y la soledad pero siempre acaban llegando esos días en los que vuelves a cantar en compañía»
Si por el contrario estás en un momento de sentir; siente. No le temas a esta montaña rusa emociones en los que reír y llorar al mismo tiempo se convierte en tu día a día. Es inevitable no pensar en ellos y sonreír. Es inevitable no estremecerse por los sentimientos tan puros que habitan en ti. Los animales nos llenan de amor y de vida y es algo que no se pierde tras la muerte, aunque ahora te pueda parecer que no queda nada de eso en ti. Cada cosa llega en su momento y debemos estar presentes en el que toca.

¿Qué pasa si me río? Absolutamente nada. Puede que sea eso lo que necesitas. Puede que sea eso lo mejor para ti. Todas tus emociones son válidas en este momento. Estar triste no significa dejar de reír. Hay dolores que se disfrazan tras una sonrisa. Pero no es necesario obligarse a estar feliz porque otros lo estén. No es necesario vivir la Navidad como otros la viven. Estar triste no es malo, es estar triste. Porque no lo eres, lo estás. Y es un estado que pasará pero a su debido tiempo.
A nadie le gusta estar al lado de la tristeza, eso es cierto. Llenamos nuestra vida de superficialidad incluso en los momentos importantes como los de un duelo. Se nos olvida que estamos hechos de emociones, que somos un todo, que no vale de nada fingir aquello que no sentimos si luego va a perjudicarnos. Que la vida es cuestión de actitud y es maravilloso ver el lado bueno de las cosas, pero no sin haber pasado por todo lo contrario. Debemos aprender a pasar por todo sin quedarnos con nada.
« En ocasiones el duelo nos pide una tregua y nos sorprende riendo desde el más absoluto vacío »
Vive las Navidades como necesites, pero recuerda aquellas cosas que son importantes para ti y que ahora no puedes ver porque el dolor lo inunda todo. Aunque este año estés sin estar porque una parte de ti se ha ido, no te preocupes, ya volverás. Pero ten presente el darte la oportunidad de llenar tu vida de esos «ahoras» tan maravillosos que tu peludito te enseñó antes de marchar. Como estar con esas personas que quizá no tengas la oportunidad de volver a ver otro año.
Aunque tú, que has tenido el gran regalo de vivir con un ser de amor peludo, sabes que la vida tiene mucho más sentido ahora. Porque es imposible volver a sentirla igual una vez has experimentado el amor verdadero. Si te das la oportunidad de empezar a verla con los mismos ojos que la veía tu pequeño, acabarás encontrando la luz que ahora te falta.

Y sí, sabemos lo difícil que es mirar a su cama y que ya no esté o no encontrarlo en su sitio preferido de la casa. Sobre todo cuando también tenías su regalo de Navidad preparado y que nunca le pudiste dar. Pero no temas, pronto empezarás a notar que está en todas partes. Está en ti y en todo lo que haces y sientes. Y ahí donde ahora hay dolor, solo quedará el amor tan grande que nunca dejarás de sentir por él.

Aunque haya una parte de tu corazón que ya no está tan entera, su amor se encargará de llenar el resto