Sentirse débil en algún momento es algo humano, aunque no deberíamos vivir como si no tuviésemos la oportunidad de cambiarlo.

¿Soy débil o es algo pasajero y simplemente me siento así? 

Cuando somos nosotros mismos los que nos etiquetamos hace que vivamos de una forma que quizá no sea la nuestra. Nos limitamos. Nos hemos estado diciendo que eso es lo que somos y no lo podemos cambiar. 

Tendemos a los extremos y a autolimitarnos sin darnos cuenta, sobre todo cuando creemos que eso que sentimos nos hace débiles.

¿Ser sensible me hace débil?

No tiene nada que ver. Ni son lo mismo ni tienen por qué ir unidas. Una persona fuerte puede ser sensible. Una persona débil puede ser sensible. Pero la sensibilidad no te hace débil. Eso es una creencia heredada. De esas creencias que nos han repetido tantas veces que las hemos interiorizado sin pararnos a reflexionar sobre ellas. De hecho, yo misma no lo hacía, creyendo que era una persona débil por ir a una psicóloga cuando nadie de mi entorno lo había hecho nunca. ¿En serio pedir ayuda para salvar mi vida me hizo débil? Esta pregunta no necesita reflexión.

Débil

«No puedo hacer nada para cambiar mi vida y me dejo arrastrar hacia donde ella me quiera llevar»

Cuando nuestra fortaleza y energía nos dejan solos haciendo que la vida nos cueste más, porque sentimos que algo nos falta para afrontarla. La actitud ante ella es muy limitada, por lo tanto nuestro poder de decisión puede volverse inexistente, sintiendo un dolor constante por ello. Ese dolor que queremos evitar pero que acaba venciéndonos. 

No caminamos con decisión por temor a ser vistos, pero tampoco queremos ser nosotros los que veamos más allá. Quizá porque ser débil hace que pasemos demasiado tiempo mirando hacia abajo y no a lo que tenemos delante. 

Corremos el riesgo de ser manipulados porque nada depende de nosotros. ¿Acaso puedo cambiar mi vida? ¿Acaso puedo cambiar yo? Para qué intentarlo si no lo voy a conseguir.

Si esto es así, dejamos de ser protagonistas de nuestra historia. Nos conformamos con un papel secundario, incluso con ser el espectador, esperando a que alguien nos diga qué es lo que tenemos que hacer y cómo. 

¿Ser débil es una elección? Igual que el ser alguien alegre o triste, son actitudes ante la vida que podemos cambiar. Pero si nos enviamos el mensaje de «soy débil», automáticamente descartamos esa posibilidad de cambio. Nos hemos creído que lo somos. 

Eso nos lleva a dejar que lo que pasa en el exterior justifique cómo nos sentimos, perdiendo por completo nuestra identidad.

Sensible

«No puedo hacer nada para cambiar lo que me ha pasado, pero soy consciente de todo lo que me rodea. Me he llenado de autoconocimiento y por eso ya no me dejo llevar, iré donde yo quiera ir»

Cuando nuestra fortaleza y energía están presentes a cada paso, percibimos las sensaciones a través de nuestros sentidos haciendo que los que conocemos se queden cortos.

La sensibilidad nos hace conscientes de que tenemos más sentidos de los que creemos. Algunas personas los desarrollan y saben ponerle nombre, otras no sabemos ni por dónde empezar con ellos. Pero sabemos que están ahí, en alguna parte de nuestro interior. 

La fortaleza es necesaria para convivir con la sensibilidad. A veces no es fácil ser una persona sensible, se debe aprender a gestionar todo aquello que percibimos y que la mayoría de veces no podemos cambiar. No es sencillo ser un canal emocional y no quedarse con todo aquello que sentimos. La sensibilidad y la empatía están unidas, al menos yo lo vivo así. 

La sensibilidad sin una buena gestión emocional puede ser muy dura de llevar. A veces pesa mucho porque percibes más que alguien que no lo es, pero prefiero ser una persona sensible a no serlo. Porque serlo te hace conectar con todo, no solo a nivel personal, también con lo que te rodea. En cambio, las personas sin un mínimo de sensibilidad son incapaces de conectar con nada.

No soy tímida ni antisocial, pero me gusta pasar el mayor tiempo posible sola. Soy introvertida en cuanto a recargar energía se refiere. 

Hay personas que recargan su energía con otras, en cambio yo lo hago en soledad o con mi familia elegida (Jesús y yo porque no somos más). A él le pasa lo mismo, menos mal porque sino tendríamos un problema… Antes recargábamos con nuestro perro, los tres juntos éramos el cargador de amor y energía más potente del mundo. Pero desde que él no está, es cierto que la energía nunca llega a la máxima potencia. Los animales son expertos en eso de hacerlo todo tan increíblemente perfecto. 

Así que después de pasar un día con otras personas, necesito estar sola al día siguiente. ¿Quiere decir eso que las personas con las que comparto mi tiempo me quitan energía? 

No, no me la quitan, me siento bien con ellas porque las he elegido yo. Me encanta estar con personas vitamina y pasar tiempo de calidad. Pero esto no trata sobre algo personal hacia ellas, es algo personal hacia mí. Necesito paz, necesito silencio y estar conmigo misma.

En casa somos muy respetuosos con la soledad del otro, pero es cierto que necesitamos pocos minutos. Nosotros somos así, recargamos mejor juntos. Es lo que pasa cuando compartes la vida con una persona que acaba siendo tu casa.

Reconozco que, conforme me estoy haciendo mayor, tolero menos ciertos ruidos. No me pasa siempre pero es algo que antes no me ocurría. A veces tengo que bajar el volumen de la música o hago más corto el café en la cafetería porque el murmullo de la gente me hace sentir incómoda. Sé que esto último es algo que no gusta a la mayoría de las personas y eso no te hace sensible. Simplemente es algo que, añadido a otros ámbitos de mi vida, me han hecho darme cuenta de que soy más sensible de lo que creía. 

¿Es cosa de la edad? ¿Me estoy volviendo más sensible con los años o es debido a mis aprendizajes?

No ha sido algo repentino. Ha formado parte de mi evolución como ser humano, aunque la sensibilidad ya estaba en mí antes de darme cuenta. Desde niña ya lo era, pero la oculté por el papel que me tocó hacer para sobrevivir a mis experiencias. 

Todas mis vivencias, sobre todo las más duras, me han dado la oportunidad de desarrollar esta sensibilidad. Mi perro, una de las vivencias más maravillosas de mi vida, también me ayudó con eso. 

Pero ser sensible también tiene muchas cosas positivas, aunque como todo superpoder requiere de una gran responsabilidad (hay que ver qué frases tan buenas se pueden rescatar de las películas).

Algo que veo muy positivo es ser sensible a la energía que transmiten ciertas personas, la capto enseguida y eso hace que conecte con mi intuición. Así que, aunque a veces se me remueva el estómago porque intenta comunicarse conmigo, es una de las ventajas de la sensibilidad. Es mi guía en el camino en muchas ocasiones. 

La sensibilidad te hacer ver donde no alcanza la vista

Me ha hecho ver el mundo de otra forma. Ahora percibo cosas que antes no percibía, es el mismo mundo pero más amplio. En él surgen nuevas oportunidades y experiencias. Consigo mejorar mi vida y con ello quizá, y solo quizá, también un poco la de los demás. 

Es maravilloso compartir sensibilidades. Es maravilloso ver más allá de lo que alcanza la vista.


Se requiere de una gran fortaleza interior para llevar el poder de la sensibilidad

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